Me estremecí solo de pensarlo. No podía pensar en eso, no debía de controlarme y...Entonces ella me sorprendió abrazándome por la espalda y desmoronando toda mi resistencia. Me gire, tome su rostro y la bese poniendo mis manos en su cintura, atrayendola hacia mi. Lo que mas me desmorono fue su reacción; Se estiro, enredo sus dedos en mi pelo produciéndome las mayores sensaciones que jamas sentí y intensifico nuestro beso haciendo gruñir y pegándola mas a mi.
Tuve que alejarme corriendo para no hacerle daño, ya que mis ojos estaban rojos y mis dientes estaban fuera. Heidi se acerco a mi con una sonrisa y me dijo:
-Buenos Días, mi futuro esposo- riéndose y sonrojada.
Yo cuando me tranquilice le respondí a sus buenos días con un beso mas controlado. No podía dejar que sucediese lo que mi demonio interior mas ansiaba: poseerla. Desayunamos y mientras lo hacíamos nos pusimos a hablar sobre los preparativos de la boda y sobre la fecha. Ella quería que fuese algo sencillo, sin mucho glamour ni nada, y yo quería que fuese algo privado, así que no teníamos problemas con como seria. Los problemas llegaron cuando empezamos con quien vendría a la boda, por supuesto nuestra familia pero también debía asistir algunos de nuestros amigos. De momento teníamos a unos 200 invitados y eso ya no era ni sencillo ni privado. Cuando nos dimos cuenta de la cantidad de invitados dejamos de insistir en la boda y empezamos a hacernos preguntas, algunas comprometidas y otras no tanto.
Pero la que mas me desconcertó fue la que me dijo ella:
-Felix...¿Que dirá tu esposa, tu mujer, de que tengas una nueva? ¿No se enfadara?-
Yo me reí y conteste:
-No. Por que no tengo. Tu eres la primera esposa que tenga y la primera mujer que comparta el lecho conmigo- sonrojandome.
Ella se quedo impresionada y alegre cuando le dije aquellas palabras y oí como su corazón se alteraba. Subimos a la que seria nuestra nueva habitación juntos y como no queríamos empezar con los preparativos y la lista de invitados, nos pusimos a coger nuestras cosas y cambiarlas a la nueva habitación. Cuando terminamos de colocar nuestras cosas, nos sentamos en la cama. Ella me miro y yo le sonreí y pillándome de improviso, me beso como en el desayuno y perdí el control. Me tumbe sobre ella con cuidado y empezamos a poseernos el uno al otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario