lunes, 10 de octubre de 2011

Capitulo 11: El primer beso

Me levante muy temprano, me vestí y salí a desayunar a la cocina. Mi padre Aro estaba quejándose a mi madre por que estaba hasta el gorro de tener que beber sangre ''muerta'' por no ofender a los Cullen. Y hoy como mi madre le decir cuando yo entraba:

-Aro Vulturi! Vuelves a quejarte con la sangre muerta y te juro que estas con el celibato eterno y durmiendo en la ducha hasta que la diosa Nyx baje del cielo, osea, nunca! Me oistes????- muy enfadada.

Cuando entre me regalo una de sus sonrisas mas tiernas y me abrazo fuerte dándome los buenos días. Le pregunte que era lo del celibato y no os creeréis que me contesto:

-Pues es...amm....es un pantalón muy fuerte...que sirve para...amm...que no tengas mas hermanitos.- sonrió satisfecha por su explicación.

Yo me quede pensando que tenia que ver que mi madre estuviera embarazada con el pantalón de celibato de mi padre. Si mi madre creía que yo me quedaría tranquilo con esa absurda explicación lo llevaba claro, quería averiguar que tenia que ver ese pantalón con los embarazos de mi madre. Justo cuando acabe de desayunar y mis padres se fueron a vestir, apareció mi ángel radiante y hermoso. Me propuse sorprenderla por lo que le prepare el desayuno yo mismo. Para cuando llego a  la cocina yo estaba esperándola sujetando su silla. Sonreí al ver su cara cuando me vio allí parado esperándola para desayunar. 

Cuando hubimos desayunado, nos subimos a nuestras habitaciones y nos pusimos a vestir elegante para la reunión que se tenia lugar dentro de unos minutos. Yo por supuesto baje mas rápido que ella pero la espere hasta que bajo a los pocos minutos después. Juntos y nerviosos fuimos hasta el salón principal, donde estaban todos y cuando digo todos es todos. Desde mi familia hasta los Rumanos y los Cullen. 

Nada mas entrar vi como ella no quería alejarse de mi pero debía hacerlo y también vi como Stefan la miraba, como queriendo poseerla. Eso me enfado muchísimo y me hizo sentir una extraña sensación que jamas había sentido. Celos. La mire y le susurre al oído:

-Tranquila no dejare que te hagan nada. Estaré ahi al lado junto a mi hermana.- Ella me miro y me sonrió nerviosa.

Fui hasta donde estaba mi hermana Jane y me situé a su lado sin dejar de mirarla un segundo. Entonces mi padre hablo:

-Bueno, estamos aquí todos reunidos para encontrarle un marido a nuestra nueva hija Heidi Katherina Pierce Petrova. Por favor que los dos candidatos den un paso hacia delante- sonrió.

Vi como Stefan y mi hermanastro Demetri daban un paso y salían a los lados de mi ángel. Eso me hizo gruñir y sacar los dientes, pero muy en mi interior estaba llorando de angustia por lo que había sido traída y convocada a esta reunión. Entonces mi madre disimuladamente me tranquilizo y yo deje de gruñir unos minutos. Entonces mi padre hablo de nuevo:

-Bien. Ahora por favor, candidatos, expongan lo que se le ofrece a esta dama. Y después, tu mi niña, tendrás que decir lo que le ofreces al que sera tu futuro marido, compañero de eternidad y...el que te haga mujer.- esas ultimas palabras resonaron en mi interior y se grabaron a oro vivo.

Cada uno expuso lo que le daba a ella y después como había ordenado mi padre ella dijo lo que le daba a quien ganase. Entonces mi padre hablo de nuevo:

-Bien, ahora señores, deliberemos y decidamos al ganador.-  mientras se giraba y hablaba con mis tíos. 

Todo el mundo se apelotono en el centro donde estaba Heidi, pero no estaba allí. La vi correr y esconderse en un armario del vestíbulo, así que la seguí. Llame a la puerta del armario y vi como venia Alec para buscarla. Le advertí de que venían hacia el armario y sin que yo pudiera prepararme me metió dentro con ella tapándonos con los abrigos. Estábamos muy juntos y miles de escalofríos en diferentes partes de mi cuerpo hacia que ardiese en un fuego extraño para mi. Note como a ella le sucedía lo mismo y me alegre. Cuando abrieron la puerta para no ser visto la apreté mas contra mi, ahora estábamos mas juntos y tenia sus labios rozando los míos. 

Así que sin pensármelo dos veces ni pedirle permiso; la bese. 

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